Para el éxito artístico: rompe el marco
El género literario es un conjunto de reglas y restricciones que rigen la creación de un texto. Un género es un código entre interlocutores que admitimos. Lo más importante es que no es exclusiva de los textos literarios, por lo que todo texto es susceptible de convertirse en obra artística.
Me explicaba mi profesor de Estructura de los Géneros, Rodríguez Lafuente director de la Fundación Ortega y Gasset y ex director del Instituto Cervantes que, aunque los géneros están asentados desde las Poéticas de Aristóteles y Horacio, en muchas ocasiones triunfan ciertos libros de difícil clasificación que poco o nada tienen que ver con los paradigmas clásicos, situación que no se sabe a ciencia cierta a qué se debe.
Las obras artísticas en la época de la posmodernidad se caracterizan por tratar, mayoritariamente, lugares comunes, clichés manidos y fragmentalismos pasados de moda. Desde Peleando a la Contra apostamos por romper el marco para alcanzar el éxito artístico.
Romper el marco significa salirse de los convencionalismos, participar de una mirada creativa sin prejuicios y, en definitiva, crear lo que no se ha hecho nunca. La idea, aunque pretenciosa, se puede lograr, y desde aquí vamos a daros unos ejemplos ilustrativos para ayudaros a romper el marco.
El vídeo sacado de Youtube en la Grand Central Station de Nueva York es un claro ejemplo de ruptura del marco. Parece una broma de reality show pero realmente es un ensayo dramático que logra aturdir a un público que participa de la escena.
Hay que recordar que las alusiones a la Magdalena en el Camino de Swann no es algo nuevo, cualquier guiño al respecto no deja de ser un pretexto superficial de bostezos y arte de serie B.
Otro ejemplo de ruptura es los Papeles de Aspern de Henry James. A simple vista un relato tradicional, pero su éxito estriba en que el narrador está engañando al lector. Gracias a este libro, James crea una nueva forma de contar historias, engañando a través de lo que se denominó “el narrador no fiable”.
El último ejemplo que recogemos, de los muchos que hay, es Piloto de guerra de Saint-Exupéry. La gracia radica en que la historia está contada desde el aire, el narrador vuela y su flujo de conciencia ve la historia desde un prisma de altitudes, pies, y gravedad cero.
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