viernes, 20 de enero de 2012

Esperanza se escribe en verde

Esperando a Godot, Samuel Beckett. Traducción de Ana María Moix. Ed. Tusquets Editores, Barcelona. 2004. 155pp.

Verde, blanco y naranja son los colores de su bandera junto a su escudo: el arpa de Brian Boru, símbolo oficial de Éire desde el siglo XIV. Su himno oficial es “Amhrán na bhFiann” que recuerda las melodías celtas tan arraigadas en este país. Su orografía es muy abrupta tanto como su división religiosa entre católicos y protestantes en ciertas zonas. Su color es el verde, se ve en sus paisajes y en sus diversos símbolos como el “shamrock” conocido como el trébol de tres hojas irlandés.  
Nos referimos al país de los duendes, de los escritores con carácter, que tiene como capital la obsesión de su jefe y mentor James Joyce, Dublín. Se trata de Irlanda cuna de novelistas y dramaturgos como Samuel Beckett. Este escritor nació en Foxrock, en el seno de una familia protestante. Sus estudios sobre lenguas romances como el italiano y el francés los realizó en el Trinity College de Dublín donde se licenció y más tarde se doctoró. 
Pasó mucho tiempo en París donde conoció a James Joyce para el que trabajó de secretario y traductor, a la vez que entablaron una gran amistad.Su producción literaria se centra en una trilogía: Molloy, Malone muere y El innombrable, novelas que eran un gran logro según Beckett. También escribió: Final de partida, La última cinta, Acto sin palabras, Watt (que no se publicó hasta 1953) y Como es, un experimento literario radical, entre otras. Dividió la escritura de sus obras entre el inglés y el francés. Por todo ello consiguió en 1969 el Premio Nobel de Literatura
Por lo que es recordado y seguirá siendo estudiado es por su aportación al mundo del teatro. El llamado "teatro del absurdo"; se consagra con su gran obra Esperando a Godot, escrita en 1952 y que según muchos críticos es su obra maestra. 
Beckett no apuesta por grandes decorados ni por diálogos grandilocuentes sino por mensajes de trasfondo muy profundos. Este libro necesita reflexión ya que sino el lector se queda en la superficie, una superficie loca, ilógica y absurda. Es una obra cargada de símbolos a pesar de su "pobreza" escénica. Hay un camino y un árbol que juega a ser la muerte y la vida. Este árbol es testigo del deseo de los dos personajes principales de ahorcarse en él y en el segundo acto sus hojas representan la vuelta a la vida, es la belleza de lo incomprensible.
Los personajes principales, Vladimir y Estragón, son dos hombres que causan pena y risa a la vez, se aman, se entienden, no se escuchan, se cortan cuando hablan, son dos viejos amigos, tan amigos que no pueden vivir el uno sin el otro. Ambos se necesitan. Uno representa el tesón, ya que siempre aguarda y no olvida su objetivo: esperar a Godot. El otro es la despreocupación y el olvido permanentes, la desesperanza. 
A éstos se les añaden otros dos personajes: Pozzo y Lucky. Ambos tienen una relación de amo y esclavo que irá evolucionando a lo largo de la obra ya que Pozzo admitirá que su esclavo le ha cambiado. Sin embargo, Lucky tiene mala suerte, cómo llamar a un esclavo “afortunado” en inglés, es una coincidencia bastante irónica. Lucky es el conformismo, Pozzo el poder.
Un último personaje llamado Muchacho pasa inadvertido por las páginas del libro, es quien comunica la demora de Godot, es la prueba. La prueba para ver cómo reaccionan los personajes, el tesón y la desesperanza. Cada uno es diferente pero juntos se consuelan y se mantienen, se apoyan en conversaciones banales, palabras sin sentido mientras el tiempo pasa y la espera es menos ardua. Todos evolucionan gracias a la espera, gracias a Godot. 
Y ¿quién es Godot? ¿Alguien se lo ha preguntado en la obra? No, y eso es lo preocupante. A nadie le importa, a pesar de que no lo conocen, se conforman. Godot no ha conseguido su objetivo, que nos preguntemos por él, ella, ello...Hay que luchar y tener esperanza en la vida, una espera por algo, por alguien, por un Godot, porque sino desearemos ahorcarnos, porque será lo más divertido de nuestra vida. 
Esperando a Godot es una obra abierta, sin principio ni fin, es un trozo de la existencia de unas personas que aparece y desaparece de la vida del lector sin llegar a ninguna conclusión clara al principio. Llena de diálogos cortos, rápidos, directos, pero desconcertantes, se apoya en el humor negro y la sátira con un punto corrosivo. Expone sus ideas del existencialismo, una existencia vivida con resignación a la espera de una salvación que no llega. 
Esta obra es presente. El mundo es pasivo, indiferente, no espera nada y no lucha por encontrarlo, ¿cómo encontrar sino se busca? Lo que pretendemos y deseamos hay que buscarlo y lucharlo para ser dignos de tenerlo, pero esta sociedad no está acostumbrada al esfuerzo, se cansa y se sienta. Ya vendrán las oportunidades, mientras tanto espera en silencio. Silencios como los de Didi y Gogo que llegan a ser continuos marcan la falta de comunicación de una sociedad que no se expresa, que trata a los débiles sin igualdad, que no se inmuta ante las injusticias y las vejaciones.
La sociedad siempre espera un cambio, un Godot en el que creemos siempre aunque no lo veamos y que esperamos que nos haga mejores personas. Pero Godot no llega y la sociedad ha vendido su libertad y sus derechos para ser “iguales”. Se siente prostituida en sus ideales, mientras esboza una lánguida sonrisa sentada en un desolado camino intentando enarbolar la bandera de la esperanza. A lo lejos renace un trébol de tres hojas verde intenso. 

Waiting for Godot from szeleczo on Vimeo.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Amigos

Sobre nosotros

Contacto

Consultas, sugerencias o envío de información cultural a alacontrapeleando@gmail.com
Creative Commons License
Peleando a la contra está bajo una licencia Creative Commons