jueves, 19 de enero de 2012

Honor y lágrimas por los hijos de la Revolución

Los de abajo, MARIANO AZUELA. Ed.Cátedra, Madrid. 1980.216pp.

“Así lo encontró su mujer, tendido en el suelo con su fusil y los ojos fijos eternamente. Demetrio Macías había luchado duramente por la revolución y tuvo un funeral de héroe clandestino, sin honores reconocidos, pero sus hazañas serían recordadas por el pueblo mexicano, por el que tanto había combatido por su libertad.”  
Este podría haber sido un posible final, alternativo, diferente ya que Mariano Azuela, autor de la obra Los de abajo, nos deja en suspense, nos abandona para que recreemos a nuestro libre albedrío un final, sin tiempo predeterminado. Azuela fue un hombre convencido, amaba la justicia, la verdad y la revolución hecha por los hombres, pero éstos también cometen errores por lo que sus desencantos estuvieron presentes en sus novelas. 
Su obra más conocida fue Los de abajo que se publicó por primera vez en El Paso en 1916 como folletín, pero años más tarde sería convertida en libro. En 1927 saldría publicada en España y luego se adaptaría para ser representada. En los años 40 se hizo una versión cinematográfica. Esta obra tiene gran relevancia, es la primera novela que presentó con gran realismo la revolución mexicana de 1910. Su forma es casi cruel con un lenguaje que refleja perfectamente el hablar mexicano y popular. En cuanto a su fondo es una crítica del choque entre el ideal popular revolucionario y la realidad práctica. 
Según el propio autor esta novela se hizo sola puesto que tiene una gran carga histórica, son hechos reales, sus personajes como Demetrio son reflejo de personas que existieron, y sus paisajes son fruto de la realidad del país, pueblos que existen como Chihuahua. Un contraste evidente aparece en la figura de Demetrio Macías, guerrillero revolucionario, luchador por sus ideales de libertad y Luis Cervantes prototipo de futuro beneficiario político de la revolución que acaba alejado de los guerrilleros para irse a Estados Unidos, estudiar e intentar cambiar su posición social renunciando a cualquier lucha por la libertad de su país, México. 
Como fruto de este realismo, a veces descomedido, se hace mucho hincapié en los aspectos brutales: sus juergas, sus borracheras, la falta de amor, las mentiras, los odios y las venganzas. Es una novela llena de ruidos ensordecedores de pistolas, de gritos, de piedras, de barullo continuo, de risas hombrunas. En general, de continuos desfases que hacen desmitificar al héroe para dejarlo caer y convertirlo en un ser normal, imperfecto, injusto que llora y que lucha por la libertad. 
Azuela intenta mostrar al lector la idea de la revolución con todas sus consecuencias, una revolución que no termina, que ya no para aunque se vea sin esperanza. Así lo muestra el grandioso pasaje de la piedra que tira Demetrio para hacerle entender a su mujer que debe irse porque tiene un compromiso con la insurrección al que no puede renunciar; así se refuta la idea en los puntos suspensivos finales. La revolución sigue aunque caigan los héroes.

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