Descubriendo joyas por la calle
Un nuevo siglo, un nuevo concepto. Los libros saltan de las estanterías a las estatuas, parques, bancos, y como desconocidos te miran fijamente cuando pasas a su lado. Te quedas mirando a esas palabras que se han quedado mudas esperando que te acerques. Hoy has pensado que te llevas a casa un trozo de literatura callejera, a lo mejor te sorprendes y conoces a alguien nuevo. Efectivamente le das la vuelta y se presenta: Werther de Goethe.
La literatura ya no se concibe como un bien único y privado, todo lo contrario, el fomento de la lectura es una responsabilidad de todos que se debe compartir, así lo pensó Ron Hornbaker cuando en 2001 concibió el bookcrossing. Esta práctica, cada día más habitual, que ya cuenta con 750.000 miembros en todo el mundo, consiste en dejar libros en lugares públicos, identificados con una pegatina muy característica, para que los recojan otros lectores, que después harán lo mismo.
Además de una forma diferente de descubrir literatura es un concepto de red social tematizada alrededor del amor a la lectura y/o a la escritura. Los miembros pueden compartir opiniones sobre un libro, pero no es una práctica de unos pocos. El bookcrossing no tiene fronteras. España dispone de su propia web.
Alguna gente opina que este nuevo concepto puede ser perjudicial para escritores y editoriales, entre otros, pues la venta de libros se reduce. Esto no es así, esta práctica da la oportunidad de conocer autores o estilos diferentes, además de que quien ama la literatura siempre acaba comprando aquel libro del que se enamoró.
El siglo XXI permite que las nuevas comunicaciones y el papel no tengan por qué estar reñidos. Mientras un lector está descubriendo una joya “olvidada” en cualquier árbol, otro vuelve a casa, entra en internet y opina sobre ese fascinante Werther que conoció la semana pasada y que ha dejado en un árbol de su parque favorito.
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