miércoles, 13 de mayo de 2009

El Ingrismo en la literatura

La forma de narrar las historias siempre ha sido muy variopinta, miles de estilos con millones de colores, lo que cree el escritor. Uno de estos estilos es el llamado “narrador no fiable”. En este tipo de novelas el lector no se siente engañado, ni siquiera piensa que el autor desee profundizar en elementos complejos pero sin embargo hay mentiras; los narradores engañan a los lectores dando una nueva dimensión al texto lo que recuerda a la pintura de Ingres.

Ingres fue un conocido pintor de finales del siglo XVIII y mediados del XIX. Este pintor fue un ferviente defensor del dibujo. En sus obras juega con la mentira, engaña al espectador componiendo una figura pintada en dos dimensiones. Por una parte, exhibe su ideal de belleza femenina y por otra su perfección llega a deformar y distorsionar los cuerpos, tanto que si fueran reales serían personas totalmente deformes. Como al escritor “no fiable” a Ingres sólo le interesaba la pura forma.

En La bañista de Valpinçon la enorme mujer que nos muestra se sienta sobre la esquina de una cama en la que destacan las sábanas de fina textura y elegante encaje. A esta hermosa mujer la vemos de espaldas, cubriendo su brazo izquierdo con una ligera tela en la que apreciamos numerosos pliegues. Los trapos que lleva en el pelo y en el codo son dos contrapuntos que potencian la figura cilíndrica y longitudinal de la modelo e incluso el fondo oscuro potencia la luz que emana de su cuerpo. Ingres logra una mujer de belleza y sensualidad especial, a primera vista una mujer perfecta.

Al someterla a una segunda lectura visual nos podemos fijar que esta bañista tiene ciertos errores anatómicos que son intencionados. Sus piernas son extremadamente delgadas y pequeñas en proporción a la figura. Además posee una la larguísima espalda, un tronco largo y grande, que conforma, en primera instancia, una visión placentera de la mujer, pero tras una segunda visión, por sus proporciones, no podría existir.

Pero así es la belleza perfecta, con la creación de líneas perfectas pero irreales consigue engañar al ojo humano creando una imagen hermosa. Muestra dos dimensiones de realidad, pero para ello debe mentir.
Lo mismo ocurre en la literatura. En las novelas existe una doble lectura y una mentira que se expande por todo el texto provocando dos niveles de realidad, dos formas de leer un mismo cuadro.

En ambas artes se utiliza la misma técnica: la figura del narrador/pintor como voz engañosa. Los narradores son elementos contradictorios: imprescindibles y prescindibles a la vez. Son los ojos de la trama y la voz del silencio de los otros. Aunque parecen ser el centro de los hechos no es así, son burladores de los lectores. Esta figura provoca que no haya una realidad única sino dos dimensiones de una misma historia, un infinito doble. Pero esto no se consigue sólo gracias a la figura del narrador sino también a la dimensión psicológica que dota el autor al resto de personajes.

1 comentarios:

Anónimo,  15 de mayo de 2009, 21:39  

Pues no lo había visto así nunca, la verdad... Pero gracias por darme a conocer este nuevo estilo :)

Besos, India.

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